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EL EJEMPLO DE LAS FUENTES

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la comparación de Coín a una valiosa joya, serian sus fuentes las engastadas piedras preciosas que luciría la alhaja. Múltiple y bella "pedrería" que ya a principios del siglo XVIII contaba este municipio con más de 245 declaradas. La más importante el Nacimiento. Las fuentes, convertidas a su vez en joyas individuales que vienen manando agua desde el principio de los tiempos, han conformado la idiosincrasia de este lugar. Sus manantiales de aguas claras y dulces han posibilitado durante siglos que Coín haya ido llenándose de preciosos monumentos erigidos a su mayor riqueza, el agua.

Este fontanal que es Coín, su riqueza natural, ha hecho posible, unido al clima y el trabajo, la fecundidad de sus campos, la fertilidad de su huerta y... famosas las preciosas fuentes del casco urbano. Fotografías de algunas de ellas he encontrado en las portadas de guías europeas, como esta alemana editada en 1980.

Las fuentes de la Alameda, la Plaza Baja o Bermúdez de la Rubia, Plaza de Santa María, calle Los Angeles, Plazuela Luna, Plaza de San Andrés, Los Caños, la del patio del hoy juzgado, la de la ermita, Muguerza o la de calle Jacinto Méndez, por citar algunas de las existentes todavía y emblemáticas todas, son perlas ya de nuestro patrimonio cultural y artístico que, ni siquiera, ningún gobierno temporal esta facultado moralmente para desvirtuarlas, porque no es el patrimonio de un pueblo patrimonio exclusivo de ningún consistorio sino de todos los ciudadanos, de todos los coineños, independientemente del color político que en un momento determinado de nuestra historia predomine en el Salón de Plenos o en el despacho del alcalde de turno. Otra cosa, de la que no estoy hablando, es que se acometan las obras necesarias para que den las aguas que tengan que dar y disfrutemos y nos sirvamos de ellas los vecinos, reparaciones que siempre debe realizar un diligente mandatario municipal.

Estas fuentes, símbolos de nuestra ciudad, han venido sirviendo -algunas desde más de dos siglos- como carta de presentación y refrescante bienvenida al visitante, quien entendía, a través de ellas, la belleza y categoría del lugar, su rica historia y la cultura de este pueblo. Sin embargo, las fuentes que en los últimos años se están propiciando, construyendo y reconstruyendo no se corresponden con nada de esto, sino todo lo contrario. Se sustituye el jaspe de nuestras canteras por el "gresite" piscinero y los mascarones, cincelados por artistas de la tierra, son ahora cabezas de leones de moldes de escayola o piedra artificial. Las pilas se adornan con mármol de solerias y las esbeltas y sólidas proporciones de sus formas son ahora al gusto de quienes acreditan no tener ninguno. Ultimos botones de muestra son la reformada de calle Jacinto Méndez y la nueva fuente del recinto ferial.

Podría pensarse, erróneamente, que es solo cuestión de gustos y ya se sabe "que sobre gustos no hay nada escrito", lo que no es óbice para que vayamos escribiendo ya algo sobre ello con la intención de recuperar la tradición perdida, a la vista de que las joyas las están convirtiendo en vulgar bisutería.

Coín, septiembre de 1998.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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© José Manuel García Agüera